
16 semanas para Boston mostraba trainingpeaks el 24 de diciembre de 2023, y la semana siguiente, cerrando (o iniciando) el año, las redes sociales de #bostonmarathon publicaron que faltaban 100 días. Mientras tanto, yo veía el post en la pantalla de mi celular acostada en una cama en Medellín en la casa de mis papás con una fiebre de 39 grados que no parecían querer bajar. Odio estar enferma (bueno no creo que a nadie le guste) no podía entrenar… pero primero ¡a recuperarse julianita! ya después miramos como retomamos y volvemos a estar a punto.
La cosa era que también llevaba cinco meses en una nueva ciudad que no me había permitido aún una “aclimatación“ completa, no me sentía normal en el entrenamiento, sin embargo no era negociable parar. La estrategia: ir completando “un entrenamiento a la vez” confiando en que la sumatoria de todos fueran dando fuerza a mis piernas y confianza a mi cabeza.

La adaptación es todo un cuento. Al principio genera un corto circuito en muchas de tus creencias y tus rutinas que ya creías muy establecidas. Pero déjame decirte que todo es cambiante todo el tiempo, no solo cuando tomas decisiones que cambian tu vida !todo el tiempo! y será la adaptabilidad la única herramienta para lograr continuar. Y es que así como para ciertas personas un cambio de ciudad y país no es mayor cosa, para otras si lo es, y no esta ni bien ni mal, son procesos diferentes. Siento que se romantiza mucho el cambiar de ciudad y tener una nueva oportunidad de vida. En mi caso me dio duro y por más que trataba de que no lo fuera y de mostrar que todo iba bien, en realidad adaptarme me costó al principio. Mucho tendrá que ver con la autoexigencia que me impongo a veces, pero una vez solté el luchar contra el cambio, todo fue mejorando, hasta mi estomago que venía resentido y enfermo (seguramente por un tema de somatización) dejó de doler.
Al retomar la segunda semana de enero los entrenamientos, ponía carita triste en todas las sensaciones. “Límpiese esas lagrimas y siga” me escribió un día mi coach trizuluaga como respuesta al gif del bebé llorando que le envié al wapp. Y si, así es, nuevamente con paciencia y constancia lo único en tus manos es seguir entrenando, hasta que un día cualquiera lleguen esas “buenas sensaciones” nuevamente. Y si no llegan que hp, nadie me quita lo bailado y !vamos para Boston 2024!

Boston es una de las carreras más anheladas por cualquier maratonista y aunque ya existen cupos a través de agencias de viajes y donaciones a caridad, la generalidad de quienes la corren deben clasificarse en un rango de tiempo especifico por edad y género. Yo lo hice hace un año en París, con un tiempo de 3 horas y 19 minutos. Lo que me pedían para mi rango de edad era 3 horas y 35 minutos, el cual lo bajaron 5 minutos y 29 segundos por debajo de los rangos establecidos, siendo aceptados 22.019 corredores, y uno de ellos: ¡YO!

Ese mismo enero de 2024, empecé a leer “Choosing to run” una memoria de Des Linden, la ganadora de la maratón de Boston en el 2018. La inspiración viene de muchos lugares y mi hermana de navidad encontró un muy buen regalo para darme, con una nota que decía: “YOU CHOSE TO RUN. From a Champion to a Champion. Que todos tus sueños se sigan cumpliendo y nos sigas inspirando”. Ella empezó a correr, yo no diría que por mi, pero si seguro por matar la curiosidad de que era eso que tanto me apasionaba y de lo que tanto hablaba. Cada una de estas páginas no solo me inspiraron sino que me fueron conectando con el momento que iba a vivir “Choosing to run was the first real decision I ever made. I ran because I wanted to...” totalmente de acuerdo. Correr es lo que decido cada vez que me pongo unos tenis, va mucho más allá de tiempos y metas, significa el poder retarme y superarme, conocerme y aprender.

Llegó febrero luego de correr la media maratón de Miami como parte del camino a esta preparación y todo fue mejorando: mi estomago, mi cabeza y mis entrenamientos ¡Vamos que vamos!. Con los días fueron volviendo las buenas sensaciones, la adaptación a la altura, la fuerza en las piernas y la confianza en la cabeza. Si miró atrás siento que hice un buen trabajo, “siempre podrá ser mejor” siempre hubiéramos podido dar más, entrenar más, tener más tiempo, menos imprevistos, mejores ritmos… pero lo que logramos hacer esos dos meses y medio fue bueno. Sabía que no estaba al nivel de hace un año para París, pero no estaba mal, tenía con que afrontar la carrera de una manera muy decente y de pronto, porque no, superando mis expectativas.
Los entrenamientos se fueron consumiendo, los días pasando y ahí estaba yo a dos semanas de correr Boston. Hice mi último fondo largo en Medellín, en mi ciudad, todos los demás en CDMX, con varias rutas quebradas alrededor del bosque de Chapultepec. Ese último fondo me demostró que estaba fuerte, pero en los últimos kilómetros dolió el estomago, fue difícil terminar pero siempre terminas. Pensé que era cuestión del short que estaba usando y su compresión y simplemente celebré el terminar el último fondo de este ciclo para nada menos que Boston. Y no es que luego esas dos semanas ya no se haga nada, la carga baja y el foco del entrenamiento es diferente para lograr la descarga adecuada hasta la carrera.

Llegué a Boston el sábado 13 de abril, como cuando un niño entra a un parque de diversiones ¡absolutamente todo me maravillaba!
Por cuestiones de la vida, viajé sola. Soy una enamorada de los detalles, de aquellas pequeñas acciones que no significan nada para nadie pero tienen todo el valor para uno. Juan (mi esposo) me regaló una cadena con un unicornio hace un año en Barcelona luego de correr la maratón de París y conocer el resultado y lo que este significaba: clasificar a Boston. Nunca nos imaginamos en ese momento que Juan no fuera a poder estar conmigo en Boston, acompañándome físicamente… hablábamos todo en plural “cuándo viajemos a Boston”… era un triunfo compartido. Pero por problemas de visa, no se dio. Y seguro muchas personas viajan solas, muy normal, pero para mi era la primera vez para una maratón. Aun así, nunca me sentí sola y obvio él siempre estuvo conmigo… y muchos a distancia, familiares y amigos, que mandaron toneladas de buena energía. Porque pienso que por más que el esfuerzo, el logro, la experiencia, el recuerdo sea tuyo y para ti siempre, vale mucho la pena si puedes compartirlo con otros.

Al bajarme del avión, desde el aeropuerto ya empiezas a ver unicornios y bienvenidas a los corredores en cada rincón. Y obvio como tienes “pinta” de corredor todos te desean “good luck on Monday”. Empiezo entonces a descifrar como irme directo para la feria antes del check in en el hotel y lo más fácil siempre será seguir a la manada: “esos corredores fijo van para allá” pensé. Los escucho hablando español, venezolanos, y me dicen “Vente con nosotros” y me convierto en la nueva mascota de la manada. Uno de ellos, Jesús, era su tercera vez en Boston y fue lindo que compartiera todo su conocimiento y experiencia conmigo, porque entre corredores “nunca estamos solos”.

Llegamos a la estación Hynes Convention Center, salimos de ella y al caminar unos cuantos pasos llegamos a la famosa Boylston street. A su derecha ví el centro de convenciones donde me esperaba la feria, pero al fondo, muy al fondo… ví la meta. Primera llorada, primer momento donde te das cuenta donde estás, a donde haz llegado y lo que te espera el lunes. Este para mi no fue un camino solo de 16 semanas de entrenamiento, fueron 10 años desde que corrí por primera vez la distancia de maratón y me enamoré de este cuento. Para mi todas y cada una de las carreras son especiales, son y serán grandes experiencias SIEMPRE independiente del resultado y sus números, de lo duro o fácil que sea el recorrido. Pero esta en particular requirió de un esfuerzo para lograr ese cupo y ese número que me llevarían a tener un unicornio en las manos.
Esa noche del sábado, para mi era la más importante en cuanto al descanso, porque siempre la noche antes de la carrera puede aparecer un poco de ansiedad que no te deje dormir bien del todo. Entonces dormí sin alarma. El domingo debía hacer mi Shakeout run y mientras planeaba como llegar al Charles Rivers Esplanade, mi nuevo amigo Jesús me dijo “vente con nosotros” sus compañeros iban a correr con el grupo de Stryders (Stryd es un medidor de potencia para correr) y pues me les uní. Correr en este lugar es hermoso, y mientras yo iba maravillada con el recorrido, de repente: me pasa por el lado Des Linden… si !la del libro! Le grité su nombre y quedé como: "marica qué hago", pero obvio ella también iba corriendo y no iba a decirle “una foto”. Solo quiero aclarar que mi shakeout run lo hice al lado de ella jaja (ella no lo sabe). Al terminar dimos una vuelta por el fan fest, un espacio para divertirse mientras te preparas para el día de la carrera, y me gané un vasito :) Y ya finalmente a partir del medio día a descansar al hotel, a estirar las patitas, dejar cada detalle listo para la carrera y simplemente ponerse a punto para el gran momento.

Dormí bien, me levanté a las 5:30 de la mañana, me tomé un café. Hice una meditación donde simplemente sonreí, agradecí y me visualicé cruzando la meta. Desayuné, entré las respectivas veces al baño… me terminé de vestir, me tomé una foto, hablé con Juan y salí. Cuándo volviera a esa habitación, volvería como una ¡Boston Finisher! :)

Tomé el metro, el cuál funciona perfectamente en esta ciudad para desplazarte hasta la carrera, llegando a la estación Arlington para poder dejar tus cosas en el guardarropa en unos buses amarillos escolares y luego tomar los otros buses que te llevaran a la salida desde Hopkinton, un pueblito a las afueras de Boston. Hay carreras en circuito y carreras punto a punto, Boston es punto a punto comenzando en Hopkinton, terminando en la calle Boylston en Boston.
Me monté al bus con un combo de Colombianos, de Medellín obvio… y la salida fue la segunda llorada (creo), nunca me había emocionado tanto que un bus arrancara. Los buses salen todos juntos pitando y los organizadores y demás corredores aplauden. Cosas que nunca pasarían en una carrera como Boston y menos en America, los buses se perdieron… se pasaron y nos tocó devolvernos. Llegamos por fin a Hopkinton y entramos al Athletes Village. Llevaba muchas cosas preparada para el clima, que siempre sorprende en Boston, pero este año no habría lluvia, ni viento, ni frío... y pensaba que esto iba ser ideal.

Me desplacé a la salida con Mapa, una de las tantas amigas que me ha dejado el running con la cual mientras esperábamos recordábamos como nos habíamos clasificado juntas en el 2017 y como en el 2018 nos habían bajado del bus en el corte. Nunca nos volvimos a clasificar, ella tuvo dos hijas, pasaron los años y ahora estábamos nuevamente sin planearlo las dos paradas en el mismo corral para salir.
10:25 de la mañana del lunes 15 de abril de 2024, el famoso «Patriots’ Day»…
¡nos fuimos! Es demasiada, DEMASIADA gente junta, pero lo maravilloso es que en teoría todos corremos a la misma velocidad, de eso se trata la clasificación y tu corral, entonces todo fluye divinamente. El recorrido particularmente no es bonito, sales finalmente de un pueblo y corres por zonas muy rurales. Pero no sé como ni de donde ¡hay gente animando! La gente de Boston sabe lo especial de esta carrera, y como es un día festivo entonces sale, se envuelve con la carrera y se convierte en parte de la energía que nos mueve a nosotros como corredores.
La primera parte es muy rápida y en bajada y sin darme cuenta ya iba cruzando el tapete de los 5k "¿Voy como rápido o qué?" y con la misma emoción sigo avanzando, devorando kilómetros y paso el tapete de 10k, 15k... media maratón. Hasta ahí, la carrera va divinamente, mi segunda mejor media maratón de todos los tiempos. Hago un chequeo cruzado: piernas intactas, respiración tranquila, primera mitad ideal, clima un poco caliente... Y empezamos la segunda mitad.

Voy para el cuarto gel, la carrera está caliente, tomo mucho gatorade en cada estación... Paso el control del tapete 25k y empieza Cristo a padecer. El estómago, ese que me había estado poniendo problema meses atrás me saluda, y siento cólico, espasmos como si el estomago se metiera hacía adentro. "Hmm este dolor esta parecido al del último fondo..." yo no sé, pero me ha pasado que el último fondo muchas veces narra las sensaciones de la carrera, ese último fondo ¡es sabio marica! pero no se vayan a condicionar que la regla puede no aplicar siempre. Aunque a mi las últimas veces me ha narrado como una profecía... Entonces tomo la decisión a partir del kilómetro 26 de no seguir ingiriendo geles, de no tomar más gatorade, de recibir solo agua para la boca y para la cabeza, porque el clima, las altas temperaturas tampoco estaban ayudando.
Lo mejor es que en kilómetro 26 empieza lo bueno de esta carrera, porque hasta este punto todo el recorrido transcurre en descenso, con algunas pequeñas elevaciones. Acá empiezan ascensos más rigurosos, para los cuales tenía cabeza y piernas, pero no estómago. Entonces pasaron cosas... empiezo a pensar muchas otras, hago negociaciones, me pongo creativa. Saco el plan A, B y C... Pero tenía cosas muy claras: esta era mi carrera, el tiempo iba pasar a un segundo lugar a partir de esta segunda mitad así la primera me hubiera ilusionado con un buen resultado, no iba a comer más lo cuál también iba afectar el desempeño pero iba mejorar mi sensación en el estomago, iba continuar "no matter what" no era negociable no llegar, bajar el ritmo, pero apretar si me daba. Recordé a Pame, otra amiga del running, que me hablaba mucho de su método caminar correr. Yo no quería caminar, pero podía prácticamente hacer intervalos. Y así fue... porque me estaba esperando la Juliana que comenzó a correr un día, la que había corrido varias maratones atrás, ¡yo quería y estaba contando con verme cruzar esa meta!

Dejo de mirar el reloj, solo me enfoco en continuar, avanzar es lo único que tengo. Me sirvió empezar a solo mirar las millas, los kilómetros se veían muy eternos, "20 millas, perfecto, solo faltan 6 millas, 6 vueltas al circuito del Juan Pablo II" ¿No les pasa que calculan muchas veces y hacen matemática estadística con rutas, circuitos o distancias que conocen mientras corren? ¡claro! Solo les digo pues que a mi a Newton no me vuelvan a invitar. Yo solo veía lomas, y más lomas, y llegamos al kilómetro 32 y su famosa "Heart break Hill" que yo la verdad no supe que era esa (porque la anterior también parecía igual) hasta que vi un letrero de alguien animando que decía "YES, THIS IS HEART BREAK HILL" me reí, caminé, si señores, así como lo leen ¡caminé! y no paso nada, luego seguí corriendo. Yo solo pensaba "la sufrió kipchoge (el mejor maratonista de la historia) no la voy a sufrir yo".... y la superé. Ya de ahí en adelante se vino un tramo más calmado, mi estomago ya iba mejor solo con agua, y ya estaba a pocos kilómetros de llegar. A partir del 37 los ritmos volvieron, tarde pero volvieron jaja.
Sabes que estas cerca... veía a lo lejos el letrero de CITGO y me acordaba de Dani Ramirez, otro amigo y coach del running "ese letrero lo vas a ver a lo lejos y vas a pensar que estas cerca pero no" y lo ve uno un rato, hasta que por fin se va haciendo más pequeño "pero cuando ya llegues a él, estas a nada de la meta" y entonces giro y sé que faltan 2k, en los cuales ya la cantidad de gente gritando te envuelve, y las lágrimas vuelven, el corazón se me acelera, estoy demasiado cerca... quiero correr mas rápido pero no puedo... quiero llegar.

Última curva, y tomamos Boylston street y veo el gran arco azul a lo lejos... más lágrimas, muchas lágrimas, me quitó las gafas porque no puedo ver.
La recta se hace difusa, como si fuera en cámara lenta y no escuchas lo que te gritan, estás en tu momento, ¡no puedo creer que este acá! tantas veces vi esa calle en videos, en televisión... y ya solo son metros, segundos, yo solo grito y empuño las manos y digo ¡SIIIIIIII! cruzo el famoso tapete amarillo con el unicornio... y lo logré, es mío ¡los unicornios existen, y uno de ellos es mío!
No fue la carrera perfecta, ¿o si? Cada carrera es perfecta a su manera, el plan cambió y sorteé lo que se presentó en el camino con las herramientas que tenía, pero jamás cambió la meta. Me sentí demasiado orgullosa de mis resultados, y me quedo con las conclusiones de Camipinky (otro amigo del running) "Estar acá es un privilegio la verdad, siéntase orgullosos, no se midan por tiempos sino por experiencias de felicidad".
Y sí, en Boston ¡FUI MUY FELIZ!

Me leí todo el blog, gracias por compartir toda tu experiencia y darme a entender desde una perspectiva diferente todo el esfuerzo, dedicación y lo que significaba para ti esa carrera pq finalmente los demás nos quedamos a veces solo con la foto cruzando la meta.
Pero bacano entender el proceso de meses / años para lograrlo. Muy tesa Juli! Abrazo
Juank
¡Felicitaciones Juli por cruzar la meta en Boston! 🎉. Veo que tuviste tus retos en el camino, pero lo importante es que nunca te rendiste. Boston es la fiesta, pero la carrera donde clasificaste fue el verdadero trabajo duro. Yo vi tu fondo madre antes de Paris donde obtuviste el BQ y ahí ya se estaba dejando ver el Unicornio.
Eres súper tesa y una inspiración para muchos. Me gusta que pienses que una carrera no nos define y hay que disfrutarla con sus subidas y bajadas; tu fuerza y perseverancia dicen mucho más. Sigue adelante, que vendrán más metas por cruzar y más historias por contar. 🏃♀️💪🦄